El feminismo se ha convertido en un movimiento de masas, principalmente en los países del hemisferio occidental, pero de este movimiento político que se ha vuelto tan común surge la pregunta: ¿Qué es el feminismo?
El feminismo es un movimiento político con diversas ramas que usualmente chocan y contrarían entre sí. Sin embargo, el feminismo como un todo puede ser definido de dos formas sencillas: según la RAE, el feminismo es el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”; según otras fuentes, el feminismo es un movimiento que lucha por “la emancipación de la mujer”. Estas dos definiciones son problemáticas por diferentes motivos.
El primero es muy sencillo, pues hace referencia a un principio dentro del marco legal que ya existe, por lo menos en las Repúblicas y Estados liberales y democráticos de occidente, que es la igualdad de derechos de todos los ciudadanos, incluyendo a las mujeres. Hablar, ya no de una igualdad formal, sino de una igualdad material y sustentar dicha igualdad material con base a la mal llamada “discriminación positiva” sería un oxímoron, pues para lograr esa igualdad material o igualdad de resultados, se tendría que atentar contra el principio de igualdad presente en la ley y la constitución de todos los países liberales ya de por sí regidos por el principio liberal de la igualdad ante la ley y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Según el artículo 43 de la Constitución Política de Colombia de 1991, “La mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades. La mujer no podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación”. Hablar de igualdad de derechos entre hombres y mujeres es un despropósito en occidente, ya que esos derechos ya existen hace bastantes años.
La segunda definición de feminismo como “lucha por la emancipación de la mujer” es aún más problemática, ¿emancipación de qué? Las mujeres tienen derecho a la autonomía respecto a sus padres y sus maridos. Según el feminismo radical, vendría a ser una lucha por la emancipación frente a un sistema llamado “Patriarcado”: “un sistema social en el que los hombres tienen el poder primario y predominan en roles de liderazgo político, autoridad moral, privilegio social y control de la propiedad”. Si bien es cierto que porcentualmente los hombres tienen más aspiraciones a ejercer un liderazgo político, y por ende, los hombres tienen mayor representación en puestos de poder político, esta creencia de la existencia de un “patriarcado” de antemano es errónea respecto puntos como el control de la propiedad. Las mujeres tienen derecho a la propiedad privada y posesión de bienes separados a los bienes de sus maridos según el artículo 58 de la Constitución Política de Colombia, que dice que “se garantizan la propiedad privada y los demás derechos adquiridos con arreglo a las leyes civiles, los cuales no pueden ser desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores” refiriéndose a tanto hombres como mujeres.
Son precisamente las corrientes de pensamiento socialista las que buscan la abolición de la propiedad privada de hombres y mujeres para que estén bajo la administración de un Estado socialista, usualmente controlado por hombres. También es falso que los hombres tengan algún tipo de autoridad moral y privilegio social, de hecho, es todo lo contrario: son las mujeres las que socialmente (y a veces legalmente) tienen privilegios frente a custodias, divorcios, trato humano prioritario, etc. Las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres, tienen más protección y valor social, es el hombre el que históricamente ha sido tratado como reemplazable o sujeto a sacrificio. Esto es especialmente cierto en los ejércitos, cuyos enlistados son en su absoluta mayoría global hombres, por ejemplo, en Colombia el 96,5% de uniformados son hombres. También puede decirse que, fuera del ejército, el hombre está socialmente obligado y presionado a sacrificar sus intereses e incluso su propia vida por el bienestar de las mujeres, especialmente aquellas dentro de su círculo social, pero también respecto a mujeres que ni siquiera conoce y con las cuales no tiene absolutamente ningún tipo de relación o vínculo afectivo, y por ende, se supone, ninguna obligación moral.
El feminismo también habla de un llamado “pacto patriarcal” que dicta que todos los hombres del planeta se han coordinado para mantener un “conjunto de acuerdos implícitos dentro de la sociedad, favoreciendo la supremacía de los hombres sobre las mujeres”. Esto simplemente es descabellado, más que las teorías de conspiración del Estado profundo. Es legalmente y físicamente imposible que los hombres se coordinen todos para mantener los intereses del “patriarcado” por encima de los propios intereses nacionales e incluso individuales; es una teoría acusatoria sin ningún tipo de fundamento.
Esto es suficiente para determinar que no existe realmente ningún patriarcado, por lo menos en occidente, y sin tener en cuenta las sociedades islámicas en donde se aplica la ley sharía. Por ende, las feministas del hemisferio occidental no tienen un patriarcado del cual emanciparse. Entonces surge nuevamente la duda: ¿Qué es el feminismo? El feminismo,desde mi punto de vista, es una copia del marxismo, es una aplicación de la lucha de clases a los sexos, formando así una lucha de sexos.
Juan Ramón Rallo, doctor en economía y licenciado en derecho, desde un análisis de filosofía política define a Marx como un apologista del conflicto, ósea, el marxismo es una filosofía creada para “institucionalizar el conflicto permanente”. El feminismo vendría a ser un plagio de esta filosofía, sólo que aplicada en las relaciones entre los dos sexos en lugar de enfocarse en las clases sociales.
Las feministas quieren abolir el “sistema patriarcal” y para ello, probablemente busquen algún tipo de revolución violenta que implique:
Afortunadamente aún no existe algún tipo de “Lenina” que aplique este tipo de revolución hipotética en algún país. Sin embargo, sí que ha habido una corrupción de las instituciones basada en ciertos sesgos ideológicos, de manera que ha habido una institucionalización de la lucha de sexos, o por lo menos de la violación del principio de igualdad en nombre del feminismo, no por medio de una revolución, pero sí por medio de una infiltración en las instituciones como proponía Antonio Gramsci, teórico marxista. Esta corrupción de las instituciones es muy visible en países europeos como España.
Las feministas creen, muchas veces sin fundamento, que el hombre es malo por naturaleza y en la existencia de esa conspiración opresiva que es el patriarcado. Esto inevitablemente lleva a resentimientos y sesgos que presentan a la mujer como un grupo inherentemente oprimido que está enfrentado y conflictuado con el grupo opresor, los hombres. En lugar de cooperar por el bienestar individual y familiar, y desde luego el nacional, el feminismo dicta que la mujer debe enfrentarse al hombre. De ahí salen consignas tan agresivas escritas en grafiti en marchas feministas como “muerte a los hombres” o “mata a tu papá, a tu novio, y a tu hermano”. Estos ejemplos obviamente vienen de la variante más radical del feminismo, pero es importante entender que independientemente de los grados, el feminismo en esencia busca conflictuar a los sexos y dividir a los países en dos grupos enfrentados.
Ergo, al igual que el socialismo, el feminismo es inherentemente malo porque viola, en todas sus variantes, un principio tan fundamental como lo es el de la igualdad. Incluso es muy común ver variantes del feminismo que abogan por la abolición de la propiedad privada. Ambas cosas vendrían a ser un retroceso en la obtención de derechos de las personas, no un progreso, como afirma la izquierda política.